Ansel Adams dijo que lo más importante en una fotografía son los 20 centímetros que hay ante ella. Se refería, obviamente, al fotógrafo. No es la cámara la que hace la foto, es el fotógrafo el que consigue una mejor o una peor foto. La cámara es solo un elemento más en la ecuación. Y es importante que formes un vínculo especial con tu cámara. Debes aprender a enamorarte de tu cámara.
La cámara no es solo una herramienta
Para muchos fotógrafos, la cámara es simplemente una herramienta de su trabajo. Y realmente lo es. Quizás ellos pienses que si tuvieran la opción de cambiar su cámara por una mejor lo harían a ojos cerrados, sin plantearse nada más. Claro está, si profesionalmente dependemos de esa cámara, y una cámara nos va a ofrecer mejores resultados, el cambio a una mejor puede ser algo obvio, lógico, y razonable. Sin embargo, no podemos olvidarnos de que en el mundo de la fotografía existe un factor artístico y por tanto, un factor sentimental. También es una cuestión de sentimiento. Detrás de cada fotografía hay algo que está dentro de nuestro corazón, y que va mucho más allá que pulsar un simple botón.
O al menos, así puede ser. No siempre tiene por qué serlo. Igual podría ocurrir en otras disciplinas artísticas. No es lo mismo crear una escultura o una pintura a nivel profesional para cumplir con un trabajo, que hacerlo con el corazón. Las obras maestras, por lo general, tienen mucho más de esto último que de lo primero.
Y si uno quiere aprender a sentir, si quiere imprimir sentimientos en sus fotografías, también tiene que enamorarse de su cámara.
Muchos de los grandes guitarristas de la historia, e incluso los no tan grandes, ponen nombre a sus guitarras. Y a pesar de tener una gran variedad de ellas a su disposición, hay algunas que utilizan con especial asiduidad. Es más, incluso cuando estas se dañan, prefieren repararlas antes que sustituirlas. Y en este último caso, optan por el mismo modelo, en muchos casos. No es solo una cuestión del sonido que generan, es una cuestión de conexión con la guitarra.
Una fotografía completa
Desde las muy buenas hasta las muy malas, hay muchos niveles de fotografías. Pero a mí me gusta ver la fotografía como un edificio que construir, o como un ente con diferentes elementos. Una fotografía puede técnicamente ejecutada a la perfección, y estar carente de sentimiento. Una foto puede tener una técnica y hasta un sentimiento perfectos, y luego no haber contado con el procesamiento adecuado. Una foto puede tener una técnica muy buena, y haber sido procesada de una manera genial, pero luego no transmitir nada a otros. Está claro que conseguir la fotografía definitiva, una foto que contenga una ejecución técnica perfecta, que haya sido procesada como merece, y que sea capaz de transmitir muchísimo, no es algo sencillo.
Si quieres mejorar tu técnica, tendrás que leer libros de fotografía y ver muchos vídeos. Empieza por los de Scott Kelby. Si quieres aprender a procesar fotografías como un profesional, puedes comenzar a ver nuestra serie de vídeos Lightroom a fondo, o Lightroom en un minuto. Prometemos tener en el futuro más vídeos para niveles más básicos. Pero si lo que quieres es transmitir más sentimiento con tu fotografía, tendrás que empezar desde tu interior, desde tu corazón, y tendrás que transmitirlo por medio de tu cámara. Aprende a enamorarte de tu cámara. No es una herramienta de trabajo. Es mucho más que eso, es tu medio para transmitir sentimientos. Es tu punto de vista sobre lo que tienes delante.
Cuando viajo, suelo llevar diferentes equipos. Un equipo Nikon de gama alta para fotografía más exigente. Un equipo muy ligero para grabar vídeos más simple (por ejemplo, ahora llevo una Panasonic GX80), y mi cámara, una cámara que es la que siempre uso, allá donde vaya, y allá donde esté. Una Fuji X-T10. Ni la mejor. Ni la más actual. Claro está, la conozco a la perfección. Aunque acostumbrado a tener que haber probado diferentes cámaras de diferentes marcas a lo largo del tiempo, puedo encontrar las funciones y los ajustes en cualquier cámara con el suficiente tiempo, lo cierto es que nada tiene que ver con el uso de la Fuji X-T10, mucho más intuitivo para mí. La conozco de verdad. Conozco los golpes que ha recibido, conozco lo que no es capaz de hacer, y conozco cuáles son sus virtudes. Pero lo más importante es que cuando llevo el ojo al visor electrónico, o miro a través de la pantalla, no es una fotografía lo que estoy capturando, sino un sentimiento que proviene de mi interior. Y eso al final se ve reflejado en cada una de las fotografías que hago.
Reobserva tus fotos
¿Alguna vez te has parado a mirar esas fotos que por algún motivo no te acaban de gustar pero no sabes por qué? Puede haber muchas respuesta, y muchas válidas. Quizás no tenías los conocimientos técnicos suficientes. Quizás no has sabido procesarla bien en Lightroom. Quizás algo falla en la composición. Quizás no tenías el equipo adecuado. Pero a veces, simplemente, la foto está carente de sentimiento. Ese sentimiento está dentro de ti, y solo lo puedes hacer salir a través de tu cámara. Así que aprender a enamorarte de ella.