Creíamos que los móviles estaban acabando progresivamente con el auge del mercado de las cámaras digitales, que llevó las cifras de estas a niveles altísimos hace unos 10 años, y que no ha dejado de caer desde entonces. Los smartphones llegaron y los usuarios dejaron de comprar cámaras, o eso es lo que parecía. Pero lo cierto es que hay que aislar bien cada categoría de cámaras para entender la situación. Las compactas mueren, sí, pero los móviles fomentan incluso la compra de las DSLR o semejantes.
Las compactas se vuelven inútiles
Todavía las llamamos compactas, pero lo cierto es que eso no es justo del todo. Compactas son también las CSC o Mirrorless, sin espejo. O al menos eso es lo que dice su nombre. Pero no hablamos de este tipo de cámaras, sino de esas cámaras tipo «point-and-shoot» que todo el mundo llevaba en la mochila o en el bolso y que se usaban para inmortalizar momentos. Esas cámaras han muerto. Es lógico, no nos ofrecían capacidades muy especiales. Sus sensores eran pequeños. Eso lo encontramos hoy en día en los smartphones. Quizás todavía quede algún espacio en el mercado para las compactas, como ocurre con las cámaras con sensor de 1 pulgadas de Sony, o las Nikon DL, pero son cámaras para un sector muy profesional. Y aun así, si contamos solo estas ventas, veremos que las cámaras de este tipo han caído. Al ser tan alto el porcentaje de ventas de estas compactas en el mercado de cámaras general, la caída de las compactas ha llevado a aparentar que el mercado de la fotografía ha caído en general, y por culpa de los móviles, pero eso es falso.
Los móviles crean nuevos aficionados
Y es que los móviles han conseguido algo. Mientras que antes solo tenía una cámara aquel que era ya aficionado a la fotografía, y que había decidido gastarse dinero en una de estas, ahora lleva una cámara cualquier usuario que lleve un smartphone. Y eso incluye prácticamente a toda la población mundial. Raro es el usuario que no ha subido alguna foto a Instagram, Facebook o Twitter y ha aplicado a algún filtro. Y se ha sentido bien al ver que hay gente a la que le gusta su fotografía. Todo esto ha generado una afición hacia la fotografía que antes no existía en muchos usuarios.
Gracias a ello, Canon ha podido observar cómo las ventas de sus cámaras DSLR, sobre todo las de nivel de entrada, están creciendo. Todo, en un ecosistema en el que las ventas de las cámaras en general están cayendo. Lo que significa que el impacto que los móviles tienen en el mercado de la fotografía es todavía más relevante. Muchos menos usuarios compran cámaras hoy en día, es cierto, pero los que compran, compran cámaras de un nivel superior. Hablamos de modelos como la Canon 1300D o la Nikon D3400, modelos de cámaras más asequibles, de entrada, para los que quieren comenzar a aficionarse al mundo de la fotografía.
En lo que a los fabricantes respecta, esto no es del todo negativo. Puede que vendan menos cámaras de fotos compactas, pero se aseguran un futuro para la industria. Más aficionados a la fotografía, más usuarios que van más allá de lo que es simplemente poder inmortalizar un momento. Ahora los usuarios quieren desarrollar sus capacidades en la fotografía. El móvil es su acceso al mundo fotográfico, pero pronto se queda pequeño para muchos, que ven la necesidad de pasar a una cámara DSLR, o una cámara semejante, de nivel de entrada. A su vez, con el paso del tiempo, muchos de estos mejoran sus equipos, compran más objetivos, o siguen desarrollando sus capacidades como fotógrafos, algo que al fin y al cabo garantiza un futuro para la industria fotográfica. Lejos de concluir que los móviles podían acabar con el mercado, lo que ocurre es lo contrario. Sí, se pierden ventas de un tipo de cámara, pero se ganan aficionados al mundo de la fotografía. Algo que, a la larga, es mucho más rentable.