En primer lugar, he de decir que…, ¡me alegra que hagas esa pregunta! Me alegra, porque indica por una parte que tienes inquietud por la fotografía, pero además es muy probable que dispongas de una cámara capaz de darte satisfacciones en este mundillo.

Si tienes una cámara capaz de almacenar tus fotos en formato RAW, se trata, como mínimo, de una compacta avanzada en la que el fabricante ha incorporado buenas posibilidades.

Pero hay que aclarar algunas cuestiones importantes.

¿Qué es RAW? ¿Qué es JPEG?

Voy a empezar por hacer algo que quizás resulte un poco polémico. Me voy a permitir negar una afirmación muy difundida cuando se habla de JPEG y RAW. Se suele afirmar, que cuando se almacena un archivo RAW, este no es un archivo de imagen, pero sí lo es cuando lo almacenamos como JPEG.

Pues no estoy en absoluto de acuerdo. Para mí esa es una afirmación inexacta. Te puedo asegurar que si desmontas tu disco duro lleno de fotos en formato JPEG y miras con detenimiento los platos que forman tu disco, ¡no verás absolutamente ninguna imagen!

Lo que quiero decir con esto, es que el que se amanece una fotografía utilizando un determinado formato de archivo y estándar de compresión y codificación, por mucho que se llame JPEG, no lo convierte en “más imagen” que si lo haces en otro distinto.

Un archivo RAW también es un formato de archivo, con una estructura de datos, método de compresión y codificación utilizado para almacenar información de imágenes fotográficas.

En ambos casos, para que puedas ver las imágenes en la pantalla de tu ordenador, se necesitará software que interprete esa información y la convierta en una imagen en tu pantalla.

¿En qué se diferencian?

Creo que en la respuesta a esa pregunta está la razón para la confusión, pero también la clave para decidir si usamos JPEG o RAW para nuestras fotos.

Si has ajustado tu cámara para que almacene tus fotos en formato RAW (o en crudo), cuando tomes una fotografía tu cámara almacenará toda la información de la imagen captada. Ahí la tendrás a tu disposición para hacer lo que quieras con ella, junto con la información de los ajustes de tu cámara.

Por lo contrario, si has decidido almacenar tus fotos en JPEG, tu cámara, antes de desecharla para siempre, procesará la información de la imagen captada aplicando los algoritmos programados en fábrica, los ajustes hechos en la cámara y los algoritmos de compresión y codificación de JPEG y guardará el resultado final en la tarjeta de memoria.

Digamos que cuando creas un archivo RAW, estás guardando los ingredientes crudos necesarios para la comida que quieres preparar, junto con la receta. Sin embargo, si creas un archivo JPEG, será como si hubieras cocinado tus ingredientes y almacenaras la comida terminada.

Este ejemplo probablemente ya te ha dejado atisbar algunas de las ventajas e inconvenientes de cada formato.

Ventajas e inconvenientes de cada formato

Puesto que el formato RAW contiene toda la información de la imagen registrada por la cámara, en el procesado digital de la imagen, dispondrás de mucha información que no tendrías en un archivo JPEG. Es sorprendente lo que se puede “extraer” de una imagen RAW con el software de revelado digital. Por ejemplo, imágenes aparentemente “inservibles” por errores de exposición o en el ajuste del balance de blancos, son muchas veces recuperables y pueden llegar a convertirse en alguna de tus favoritas.

Los ajustes hechos en un archivo RAW son no destructivos. En realidad, lo que guardas en cada modificación son solo las instrucciones para reproducir el ajuste que estás viendo en pantalla. Es decir, dejas los datos crudos sin tocar y guardas la nueva “receta”. Por lo contrario, para un archivo JPEG se desecha la información eliminada en los ajustes y con cada grabación se pierde información adicional si se pasa por el algoritmo de compresión.

Una forma de ver el valor que tiene el almacenamiento en RAW y procesamiento no destructivo, es entender qué ocurre con los ajustes que haces en tu cámara cuando usas RAW.

En realidad, solo afectan de una forma definitiva a tu imagen RAW los ajustes que tienen que ver con la física de la imagen. Es decir, los efectos del enfoque, la apertura, la velocidad de obturación, la sensibilidad ISO utilizada, etc. Pero no afectarán los ajustes que tengan que ver con el “procesamiento” de la imagen, como el balance de blancos o los perfiles de cámara. Estos últimos serán trasladados con el archivo RAW como parámetros, pero podrán ser variados en el revelado digital.

Todo esto no quiere decir que JPEG no tenga sus ventajas. El menor tamaño de sus archivos, no solo permite almacenar más imágenes en una tarjeta de memoria, sino también alcanzar y sostener más tiempo los valores más altos en imágenes por segundo de tu cámara en disparos en ráfaga al tardar más en saturar la capacidad de la memoria de almacenamiento intermedio y la tasa de transferencia de datos de tu cámara. Esto hace que la toma en ráfaga de determinadas escenas, en la práctica, solo será posible en JPEG con según qué cámara.

También es posible que necesites tener inmediatamente disponible una foto procesada en JPEG para poder utilizarla en el acto o ser enviada a algún lugar. Aunque, en este caso, no olvides que muchas cámaras tienen la posibilidad de guardar simultáneamente un archivo RAW y un JPEG.

Como conclusión diremos que, mientras siempre será preferible para un fotógrafo que quiere extraer todo lo posible de una fotografía usar el formato RAW, en algunos casos será conveniente o hasta imprescindible utilizar JPEG, aunque no será lo mejor cuando lo que queramos sea conseguir imágenes de la calidad más alta posible.